Fuera Máscaras

Sábado, 18 de septiembre 2021

Ya lo habíamos pronosticado. A partir del 3er año de haber llegado al poder, López Obrador comenzaría su periodo de radicalización, es decir, regresar a lo que realmente es y ha sido siempre, un dictador en potencia.

En plena celebración de la Independencia de México, el gobierno de la malnacida 4ta. Transformación decidió tener como invitado especial al representante de la dictadura cubana, el "Presidente" Miguel Diaz-Canel, y por si fuera poco, este mismo fin de semana se recibió a otro dictador... Nicolás Maduro de Venezuela. Quien aún tuviera dudas de las intenciones y aficiones del inquilino de Palacio Nacional, bastaría con que leyera o escuchara los discursos pronunciados durante los festejos patrios. No cabe especulación... Apoyo total e irrestricto a las dictaduras, y exigencias y reclamos hacia la democracia más poderosa del mundo (de la cual depende México en un 80%) por parte del gobierno mexicano.

Falta ver cuál es la reacción del gobierno de Estados Unidos. Al parecer, la apuesta es que el gobierno de Joe Biden está muy ocupado con las crisis de migración, Afganistán y Covid-19 como para prestar atención al juego socialista que se está llevando a cabo al sur de su frontera, y que aún si quisiera hacer algo, su márgen de maniobra sería limitada. Sin embargo, subestimar el poder de Estados Unidos puede ser un error muy caro que terminaría pagando México y sus ciudadanos. Esto podría parecer grave, pero ya se ha demostrado que a este gobierno de México le importan poco sus ciudadanos. Así lo demuestran las más de 270mil personas fallecidas por el pésimo manejo de la panemia, y es un hecho que los abusos de las dictaduras cubanas y venezolanas contra su propio pueblo no sólo los tienen sin cuidado, si no que, por lo visto, lo quisieran tomar como modelo a seguir. De hecho, ya lo están haciendo con la persecución política de adversarios y ataque a la prensa y a organismos autónomos; así que por ese lado, la reacción que pueda tener Estados Unidos y sus consecuencias, parece que le importan muy poco al desgobierno de la 4ta T.

Dice el dicho que quien sirve a dos amos, con uno queda mal, y no cabe duda que el gobierno de México ha decidido a qué amo servir. En realidad nadie debería sentirse sorprendido o engañado. Las intenciones, aunque disfrazadas, siempre han estado ahí. No se trata de un cambio ni de un vuelco del fanático de izquierda que ocupa la silla presidencial, si no de la confirmación de lo que siempre ha sido y ha querido para el país. Las advertencias siempre han estado ahí, y ahora no se vale escudarse en el "nadie podía saberlo" o sentirse ofendido cuando escuchan "te lo dije".

 El descaro y desfachatez con la que López Obrador elogia a los dictadores es un claro mensaje de que no hay vuelta atrás, y lo más preocupante es que estas acciones no parecerían de un gobierno que va de salida. Al contrario, el mensaje es de que esto es apenas el comienzo, así que la prensa y la oposición pueden perder el tiempo en la revocación de mandato y tragarse el anzuelo de las "corcholatas" Sheinbuam, Ebrard y Monreal, lo cierto es que hay un sólo candidato para 2024 y es el que hoy se quitó la máscara, y quien sigue en busca y seguro encontrará la manera de perpetuarse en el poder. Ese es el plan hoy, y es único plan que ha habido desde el principio y sólo es cuestión de seguir el plan Cubano-Venezolano.

A partir de este momento se ha gritado un fuerte ¡Fuera máscaras! Es un llamado hacia los radicales del grupo en el poder de que ha llegado el momento de iniciar la consolidación de la dictadura. Todavía hay quienes no han entendido (o se rehúsan a entender) que esto no se trata de errores, casualidades u ocurrencias, si no de la continuación de un plan perfectamente elaborado para cumplir con el objetivo inicial de mantener el poder y crear el triángulo Cuba-México-Venezuela. Esa ha sido la intención desde hace más de 20 años y sigue siendo la meta al día de hoy, con la diferencia de que hoy está cada vez más cerca de cumplirse.